El beso es un elemento artístico y vital del erotismo, pero muchos no somos conscientes de la interesante variedad de placeres que puede proporcionar. Si una pareja aprende las técnicas eróticas del beso conseguirá mejorar considerablemente su vida sexual.
Nadie sabe como empezó el beso, pero probablemente constituyo una de las primeras formas de contacto humano. Algunos expertos afirman que se trata de un anhelo natural de carácter animal que todos poseemos de una forma congénita y que nos permite "probar" a otras personas como medio de conocerlas. Este anhelo contribuyó a nuestra comunicación en la época en que todavía no habiamos desarrollado el lenguaje.
Otros señalan que el beso responde a nuestra necesidad de tocar, de que tengamos la experiencia de sentir a una persona con el objeto de identificarla.
Por otra parte, algunos psicoanalistas sostienen que a través del beso, revivimos el tiempo en que éramos niños y mamábamos.
Sea cual fuera la teoría correcta, lo cierto es que el beso nos proporciona placer. La boca responde intensamente a los estímulos. En la escala de la sensibilidad ocupa el segundo lugar tras los órganos genitales y, con mayor movilidad que el pene o la vagina. Ofrece una más amplia variedad de placeres sensuales. La boca nos proporciona, asimismo, la posibilidad de saborear, lo que supone que, con la inmediata proximidad de la nariz, podemos experimentar al mismo tiempo el tacto, el gusto y el olor.
Con todo el potencial de placer y excitación que supone el contacto oral, las técnicas del beso poseen claramente una gran importancia a la hora de hacer el amor.
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